En la práctica de la psicoterapia para adultos es común encontrarse con pacientes que, en algún momento, responden con monosílabos o incluso se quedan en silencio durante la sesión. Este comportamiento, lejos de ser un mero obstáculo, puede ser interpretado como una forma de resistencia o un modo de comunicarse cuando las palabras resultan insuficientes para expresar conflictos internos profundos. Recordemos que el silencio también es una forma de comunicación y hemos de ir más allá de las palabras
Entender la Resistencia como Parte del Proceso
Autores como Irvin Yalom y Peter Fonagy han resaltado la importancia de considerar la resistencia no como un fallo del paciente, sino como una manifestación de la vulnerabilidad y del proceso de cambio. Estudios recientes indican que entre un 30% y 50% de los pacientes pueden presentar, en diferentes momentos de la terapia, conductas que parecen resistirse a la exploración profunda. Este silencio o respuestas breves a menudo son un mecanismo de autoprotección ante emociones intensas o conflictos que aún no están listos para ser elaborados. Reconocer este fenómeno es fundamental para no interpretarlo como una falta de compromiso, sino como una oportunidad para profundizar en la dinámica terapéutica. De ahí que la terapia requiere tiempo y es un proceso lento
Estrategias para Redirigir la Sesión
Para trabajar de manera efectiva con pacientes que se comunican de forma limitada, es útil contar con un par de estrategias que permitan mantener la dirección de la sesión sin perder la postura profesional:
- Uso del Reencuadre y Preguntas Abiertas:
Redirigir la conversación mediante preguntas que inviten a la reflexión puede abrir espacios para el diálogo. Por ejemplo, en lugar de preguntar “¿cómo te sientes?”, se podría explorar: “¿Qué crees que podría estar dificultando que te sientas cómodo compartiendo en este momento?” Este tipo de preguntas fomenta la autoconciencia sin imponer una interpretación prematura de la resistencia. - Acompañamiento a Través del Silencio:
Permitir unos momentos de silencio consciente y luego invitar al paciente a compartir lo que le surgiere ese espacio, ayuda a que el paciente se sienta respetado en su ritmo. Esta estrategia, lejos de forzar la comunicación, valida el proceso interno del paciente y abre la puerta a la exploración gradual de sus emociones.
Estas estrategias se fundamentan en enfoques contemporáneos que integran técnicas humanistas, psicodinámicas y cognitivo-conductuales, permitiendo al terapeuta adaptar su intervención a las necesidades específicas de cada paciente. No olvides que nuestro trabajo es de acompañar a la velocidad del paciente no a la nuestra