Todos tenemos pensamientos negativos de vez en cuando. Pero cuando se vuelven recurrentes —cuando parecen no irse por más que intentamos distraernos, ignorarlos o “pensar en positivo”— pueden convertirse en una fuente de malestar muy profunda.
¿Qué pasaría si te dijera que no necesitas luchar contra ellos para sentirte mejor?
En este artículo te explico cómo gestionar esos pensamientos de una forma más compasiva y efectiva, basada en la evidencia científica y alejada del positivismo tóxico.
💬 ¿Qué son los pensamientos negativos recurrentes?
Son ideas, imágenes o frases que se repiten en nuestra mente y que suelen tener un contenido desagradable, crítico o catastrofista. Por ejemplo:
- “Nunca lo hago bien.”
- “Seguro que algo va a salir mal.”
- “No soy suficiente.”
- “¿Y si me pasa algo malo?”
Estos pensamientos pueden aparecer en momentos de estrés, ansiedad o simplemente de forma automática, y están muy ligados a nuestros esquemas mentales y experiencias previas.
❌ El error: intentar “eliminarlos”
Es muy común intentar combatir estos pensamientos con estrategias como:
- Repetir frases positivas para taparlos
- Distraernos compulsivamente
- Regañarnos por tenerlos (“¡ya estás otra vez con lo mismo!”)
- Evitar situaciones que los activan
Pero el problema es que cuanto más luchamos contra lo que pensamos, más fuerza parece tomar.
📌 Ejemplo clásico: “No pienses en un elefante rosa”. ¿En qué acabas de pensar?
🧘🏻♀️ ¿Y si no se trata de luchar… sino de relacionarte de otra forma con ellos?
Desde modelos como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) se propone un enfoque diferente: aceptar que los pensamientos negativos forman parte de la experiencia humana y que no necesitas cambiar lo que piensas para vivir mejor.
Se trata de cambiar la forma en que te relacionas con esos pensamientos, no el contenido.
✔️ Claves para gestionar pensamientos negativos (sin luchar):
- Obsérvalos sin engancharte
Imagina que tus pensamientos son como nubes que pasan por el cielo de tu mente. Puedes verlas, nombrarlas, pero no necesitas subirte a cada una de ellas.
→ Ejemplo: “Estoy teniendo el pensamiento de que soy un fracaso.”
Ese pequeño cambio de lenguaje te ayuda a tomar distancia.
- No te creas todo lo que piensas
Un pensamiento no es una verdad absoluta, es solo un evento mental. A veces tiene sentido, a veces no. A veces refleja una emoción del momento, no una realidad permanente.
→ Puedes preguntarte: “¿Este pensamiento me ayuda o me hunde? ¿Me acerca a lo que valoro?”
- Permítete sentir sin juzgarte
Detrás de muchos pensamientos negativos hay emociones no expresadas: miedo, tristeza, vergüenza. Si les das espacio, sin negarlas ni dramatizarlas, suelen perder intensidad.
→ Un momento de respiración consciente puede ayudarte a conectar con lo que sientes sin dejarte arrastrar.
- Vuelve a lo importante
En lugar de quedarte atrapada/o en darle vueltas a lo mismo, puedes reconectar con tus valores: ¿qué es importante para ti? ¿Cómo puedes actuar en esa dirección, incluso con los pensamientos presentes?
→ No necesitas esperar a “pensar bonito” para vivir de forma significativa.
🧠 Recuerda: no se trata de pensar bien, sino de vivir mejor
Los pensamientos negativos no te hacen débil ni defectuosa/o. Son una parte natural del funcionamiento mental. Lo que sí puedes aprender es a no dejar que te controlen, y a responder desde un lugar más consciente y amable contigo.
💬 En resumen
- Todos tenemos pensamientos negativos, pero no todos sabemos cómo tratarlos.
- No necesitas luchar contra ellos: eso solo los refuerza.
- Puedes aprender a observarlos, darles espacio y elegir cómo actuar, sin que ellos tomen el volante.
🌿 Y si te cuesta hacerlo sola/o, la terapia puede ser un espacio seguro donde aprender nuevas formas de relacionarte con tu mundo interno.
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