La Descodificación Biológica apaleó mi puerta durante algunos años. Antes de que yo quisiera mirarla.
Yo, de Ciencias exactas, formada en técnicas milenarias. Confieso que cuando escuchaba de forma tan escueta que era “lo que decía la rodilla cuando te dolía”, sentía bastante rechazo. Me parecía trivial. Superficial. Incluso una receta barata. Así que directamente me daba la vuelta y a otra cosa, mariposa.
Me basaba en la complejidad humana. En cómo todos somos diferentes y cómo cada uno afronta sus diferentes situaciones de forma diferente. Es decir: Como podemos.
Una amiga estaba completamente enamorada de la Biodescodificación y no digamos del Transgeneracional (esto tiene que ver con nuestros antepasados, de los que podemos “heredar” también algunas enfermedades).
Cuando me hablaba se le iluminaba la mirada, me contagiaba de su pasión. Lo único que me paraba era el halo de magia con lo que cubriría cualquier cosa de la que hablaba. No me cuadraba esa magia. El cuerpo para mí siempre ha sido una máquina perfecta. Maravilloso. En el que todo danza al unísono. En el que todo encaja. Que tiene una respuesta y un origen. El cuerpo es mágico. Pero no hay magia.
Todo su afan mira que me apuntase con ella al nuevo curso que empezaba ese verano
- Déjame que lo mire,…. – era lo único que respondía.
Al fin y al cabo, se trataba de comprometerse durante más de 2 años. Embarcarme a un continuo sin descanso. Encuentros semanales y codos, muchos codos. Sin nombrar el montante económico. Y eso dice, miré. Y encontré un maravilloso mundo científico. La NUEVA MEDICINA GERMÁNICA. Así se llama, desarrollada por el Dr. Hammer.
Me encontré con el mágico cuerpo humano. Con un indescriptible sistema nervioso, tegumentario, hormonas, capas embrionarias, al igual que con emociones, creencias…
En donde el baile se realizaba entre.
psique – cerebro – cuerpo
Y aquí, si estaba la magia, En este trío. Este reconocimiento de que somos un todo.
Que una rodilla no es solo una rodilla.
Que nuestro cuerpo físico responde a nuestras emociones, a nuestras vivencias, a cómo hemos sido educados los valores, miedos y limitaciones que nos han transmitido.
Que la solución no se haya en una pastillita (Porque la pastilla es sintomática, necesaria si, pero va al síntoma, no a la solución). Sino en cómo afrontó las situaciones en mi vida. Si estas suponen para mí un peligro, una agresión, mi cuerpo responderá defendiéndose. Porque está diseñado para hacer todo lo posible para sobrevivir, aunque las formas no sean demasiado cómodas en muchas ocasiones.
Esa es la vivencia. Llamada por la Biodescodificación como Bioshock. Esa situación vivida en soledad, en silencio, de forma traumática e inesperada, en la que sentimos que no hay solución, genera en el cuerpo un punto álgido de estrés. Ponemos la maquinaria al 300%, se encienden los pilotos de emergencia. Y aunque no sepamos, ni nos demos cuenta, nuestro cuerpo comienza a hacer los ajustes necesarios. Creando o destruyendo tejidos o acelerando o ralentizando alguna función para adaptarse y salir victorioso de ese impacto
“Todo es biológico”. Es lo primero que aprendí.
Nuestro cuerpo es como un vehículo de experiencias, gestión y relaciones. Ante un estrés es nuestro cuerpo es que recibe el impacto después de que nuestra psique lo etiquete, determine la manera en que ha sido vivido. La enfermedad es una forma de resistencia a los eventos que propone la vida
Y con los años he aprendido a amar mi cuerpo, a agradecer su trabajo constante, a respetar los tiempos, los límites.
Yo soy mi cuerpo, el mi compañero y hoy ya no es dependencia……. Sino trabajo en equipo.
Te invito a conocer tu cuerpo, tus reacciones, tus necesidades reales……. Te invito a aprender a vivir con consciencia y a disfrutar de cada minuto de tu vida.