Hola,
mi nombre es Alicia Manzano y soy Terapeuta y Coach Emocional, especializada en Gestión de Conflictos y Facilitadora de Comunicación No Violenta (CNV).
Durante años creí que decir “NO” era un gesto de rechazo.
Me parecía duro, frío, hasta un poco egoísta. Así que decía que sí. Decía que sí cuando me pedían favores, cuando me ofrecían planes que no me apetecían, cuando alguien necesitaba algo y yo ya no podía más. Decía que sí incluso cuando mi cuerpo estaba gritando otra cosa. Por dentro, el “no” quería salir, pero yo lo retenía como si fuera una mala palabra. Me parecía más amable, más correcto, más fácil decir que sí.
Hasta que un día colapsé. Me sentía agotada, vacía y desconectada. Me di cuenta de que tantos síes acumulados, lejos de acercarme a los demás, me estaban alejando de mí. Y también de ellos. Porque cuando actuamos desde el deber, desde la obligación, desde el miedo a decepcionar… algo se rompe.
Fue entonces cuando empecé a mirar el “no” con otros ojos. Descubrí que cada vez que lo decimos desde un lugar sincero y cuidadoso, en realidad estamos protegiendo algo valioso. Detrás de ese “no” suele haber un “sí” profundo, aunque a veces no lo sepamos nombrar de inmediato.
Un ejemplo muy cotidiano: una amiga me pidió ayuda para preparar una presentación importante. Me conoce bien y confía mucho en mí para revisar sus textos. Yo tenía esa semana llena, con trabajo acumulado y poco espacio mental. Mi impulso fue decir que sí, claro. Pero me detuve. Respiré. Me pregunté: ¿Qué necesito yo ahora? Y la respuesta fue clara: espacio. Entonces le dije algo como: “Te agradezco que pienses en mí, pero esta semana necesito cuidar mi tiempo de descanso. No voy a poder ayudarte como te mereces.” Y aunque me costó, me sentí coherente. Mi “no” protegía un “sí” al cuidado propio. Y mi amiga, lejos de enfadarse, me agradeció la claridad.
Con el tiempo, empecé a entrenar este músculo: el de detectar los síes que están ocultos detrás de los noes. Es un acto de honestidad, pero también de respeto. A veces, decir que no, no es cerrar una puerta, sino abrir una ventana a algo más auténtico. Una conversación real, una relación más equilibrada, una vida más en sintonía.
Otra vez, una compañera de trabajo me propuso liderar un nuevo proyecto. En el pasado, habría aceptado sin pensarlo, por compromiso, por impulso, por miedo a perder la oportunidad. Pero esa vez sentí algo distinto. No quería sumar más carga a mi bandeja. Entonces le dije: “Gracias por contar conmigo. Me siento halagada. Y también noto que ahora no tengo el espacio ni la energía para hacerlo bien. Prefiero que otra persona pueda asumirlo con más disponibilidad.” No fue fácil, pero fue liberador.
El “sí detrás del no” a veces es descanso, a veces es libertad, a veces es integridad. Y otras veces, es amor.
Decir que no a una relación que ya no nos cuida, puede ser decir sí al respeto propio. Decir que no a una dinámica de abuso, es decir sí a nuestra dignidad. Decir que no a quedarnos calladas, puede ser decir sí a la verdad. Se trata de poner límites amorosos para cada una de nosotras. Puedes leer sobre esto aquí.
Y no todo se trata de grandes decisiones. A veces es algo tan simple como no contestar de inmediato, no acudir a una cita que no sentimos, no aceptar una conversación cuando no estamos disponibles emocionalmente. En esos pequeños actos también podemos practicar esta forma de vivir más alineadas.
Me gusta pensar en el “no” como una forma de presencia. No como un muro, sino como una pausa. Un lugar donde me pregunto: ¿Qué cuido al decir que no? Y desde ahí, puedo explicarlo, compartirlo, incluso negociar. Pero ya no desde el piloto automático, sino desde la elección. Lee sobre el No que cuida aquí.
Este proceso me ha enseñado a darme permiso. A no justificar cada no con una novela. A no pedir perdón por proteger lo importante. Y también a recibir mejor los noes de los demás, sin tomarlos como ataques, sino como límites que merecen respeto.
Si tú también estás en ese camino —de aprender a decir que no sin sentir culpa, de descubrir qué valores y necesidades hay detrás de cada límite—, me encantará acompañarte. Porque cuando aprendemos a decir que no con conciencia, algo muy bello ocurre: empezamos a decir sí a la vida que realmente queremos vivir.
Ofrezco acompañamientos individuales y talleres grupales donde entrenamos la comunicación desde la autenticidad y el cuidado. Si sientes que es el momento de empezar a poner límites con claridad y corazón, aquí estoy. Contáctame aquí
Gracias por estar aquí, por leerme y por elegir cuidar lo que importa.
Alicia Manzano
www.aliciamanzano.com