Hace un par de semanas compramos un mueble con lavabo para el baño. Una vez todo colocado, nos damos cuenta que viene un poco descuadrado y una de las puertas no encaja correctamente. Hay que darle un pequeño toquecito para cerrarla. Después de toda una mañana de sábado vaciando, desmontando, haciendo boquetes para colocar el nuevo espejo, luces, etc. y ya una vez que estaba prácticamente listo, decidimos que no íbamos a solicitar el cambio…»total, tampoco cuesta tanto». Después de unos días, sigo encantada con la novedad de mi mueble y el pequeño fallo CASI ni se nota. Pero mirándolo me surgió una pregunta: ¿Me seguirá dando igual cuando pase un tiempo?, ¿O quizás lo que ahora no me importa acabará pareciéndome un fastidio y se convertirá en un «lo tendríamos que haber pensado antes»? Y pensé que esto es justo lo que pasa en las relaciones de pareja (y en otras también), lo que al principio no te importa en absoluto, con el paso del tiempo puede volverse insoportable. En la fase de enamoramiento, los defectos o aquellas características que no nos gustan del otro ya existen y, quizás somos capaces de intuirlas, pero al estar enfocados en todo aquello que nos encanta, simplemente no les prestamos atención. Con el paso del tiempo, la fase de enamoramiento se va transformando en la fase de amor e intimidad y más tarde, en compromiso. Nuestra atención cambia de foco sin darnos cuenta. Supongo que ahí llega el momento de decidir si aceptar y ocuparnos de que esa relación siga mereciendo la pena o «comprar un mueble nuevo». Estoy convencida de que es muy complicado mantener una relación saludable sino hay un compromiso diario de trabajar en la misma por ambas partes. Y tú, ¿cómo trabajas en tu relación?
