Estar solo no es necesariamente algo negativo. Mucha gente disfruta mucho de su soledad. No obstante, otras personas, no la pueden soportar. Evitan quedarse a solas a toda costa, hacen planes sin parar o se embarcan en relaciones que no tienen sentido solo por tener compañía.
Si te cuesta estar solo o sola o te angustias si no tienes compañía, sigue leyendo. En este artículo hablaremos de por qué algunas personas le tienen miedo a la soledad, en qué consiste ese miedo y sus consecuencias y cómo podemos manejarlo.
¿Por qué algunas personas tienen miedo a la soledad?
1. Autoconcepto negativo.
Tener creencias negativas sobre uno mismo o una misma hace que pensemos que no nos podemos permitir pedir demasiado a los demás o que tengamos que compensar para que la gente quiera estar con nosotros. De esta manera, anticipamos que, como no valemos o no somos suficientes, nadie nos querrá y que vamos a estar solos. Encontrando compañía barremos estos pensamientos.
2. Miedo al abandono.
El autoconcepto negativo y el miedo a la soledad hace que anticipemos el abandono. Se suele tener miedo al abandono porque en la infancia lo hemos sufrido o hemos experimentado ciertas carencias que, nuestro cerebro, para evitar que nos vuelva a ocurrir nos quiere proteger y nos manda señales de miedo para que nos hagamos cargo, que no quiere volver a sufrir. De lo que no se da cuenta nuestro cerebro es que ese miedo ya no es necesario en la vida adulta y que estamos viendo alarma donde no la hay.
3. Miedo a lo que pueda pasar.
Algunas personas que viven excesivamente preocupadas temen quedarse solas por miedo a no saber gestionar por sí mismas una determinada situación que pueda darse. Puede ser un escenario en el que ocurra un accidente o algo inesperado (Ej.: “¿Qué hago si se rompe algo en la casa y no tengo a nadie que me ayude?”), pero normalmente, aunque la gente no lo sepa explicar, es más un miedo a no saber autorregular sus emociones (Ej.: “¿Y si tengo una crisis de ansiedad y no hay nadie?”).
4. Valores culturales y sociales.
También ocurre que se valora muy negativamente el estar solo. Existe la idea de que quien no tiene pareja ha fracasado o el mito de que si alguien elije estar solo es porque, en realidad, tiene problemas de apego. Está este mito sobre el amor idealizado de “Se necesita a alguien para sentirse completo”. Esto no es así y lleva a muchas personas a pensar que si están solas, nunca van a estar bien. Además, no contamos con referentes sociales que nos den ejemplo de que viviendo en soledad o sin pareja también se puede ser feliz. Esta (mala) influencia viene de los cuentos de príncipes y princesas y las comedias románticas.
5. Miedo a aburrirse.
El aburrimiento es una emoción que, por norma general, no llevamos bien. Menos en esta sociedad en la que tenemos miles de opciones y se nos inculca que hay que ser todo el rato productivo. Esta idea nos lleva a la culpa y, de ahí, el no permitirnos aburrirnos de vez en cuando. Aburrirse un poco es algo bueno porque significa que has parado. Por otro lado, el miedo a no tener planes, aburrirte y a perderte cosas también es un miedo instalado en nuestra sociedad. No tienes que estar en todos los planes y menos si no te apetece.
6. Dependencia de la validación externa.
Otra posible causa de ese miedo a la soledad es la de aquellas personas que, o bien, no son capaces de tomar decisiones, a no ser que tengan a alguien al lado para hacerlo por ellas; o bien, necesitan tanto la validación de los demás y no pueden casi soportar la idea de necesitar un halago, un “qué bien lo has hecho” o simplemente una mirada y no tener a nadie ahí.
Cuando la soledad duele: consecuencias de no saber gestionarla.
De manera natural, todos los seres humanos vamos a tender a evitar el dolor y el sufrimiento. Preferimos esto a obtener un beneficio. Por lo tanto, cuando se pasa mal y no se sabe gestionar la soledad, hacemos lo que sea por evitarla. Como por ejemplo:
- Compensar o no poner límites.
Poner límites es algo incómodo y que puede generar conflicto. A veces, nos cuesta poner límites porque corremos el riesgo de que a la otra persona no los respete o que se vaya si ponemos esas “condiciones”. Ten en cuenta que quien se va porque no sabe o no puede respetar tus límites te está haciendo un favor.
- Hiperalerta a las señales de abandono.
Si te preocupa quedarte solo, harás lo que sea con tal de no molestar o perturbar al otro. Para eso, para no equivocarte, hay que prestar mucha atención a qué puede llevarte a esa soledad no deseada y verás en el otro señales de abandono que no son tales. Es decir, tu cabeza interpretará un enfado o un posible conflicto como un “ya está, hasta aquí, se va a ir”. Esa hiperalerta tendrá a tu cuerpo en hiperactivación y no podrás centrarte en las cualidades o en los buenos momentos.
- Entrar en relaciones que no te convienen.
Una de las consecuencias de no aprender a estar solo es que, por tener compañía a toda costa, no entramos a reflexionar sobre si esa compañía nos hacemos bien o, por el contrario, nos hace daño. Parece que hay gente que prefiere estar con alguien que le molesta, le controla o le ridiculiza solo por no enfrentarse a ese miedo a la soledad. No se trata de una cuestión de preferir, si no de no saber cómo enfrentar la soledad. Es gente que tiene la soledad integrada como algo muy negativo o, más bien, algo desconocido (que nunca han aprendido a estar solos o solas) y, por eso, más les vale malo conocido…
- Enlazar una relación con otra.
Esto es un señal de que puedes tener miedo a la soledad y, a la vez, en una consecuencia. Por ejemplo, no soltar una pareja hasta que tienes otra pareja. Es lo que se llaman relaciones liana y tiene consecuencias como no permitirte conocerte a ti en la soledad o tener que gestionar muchas emociones a la vez, en lugar de dejar que ocurra cada cosa a su tiempo.
Entonces, ¿qué hago si tengo miedo a la soledad?
Hemos de diferenciar de un miedo a la soledad racional y del irracional. A lo largo de todo el artículo, hemos hablado de un miedo irracional. Existe el miedo racional cuando, por ejemplo, se emigra otro país o cuando nos hacemos mayores. En estos casos, preocuparte por la soledad es normal y, además, es un miedo protector que te moverá para que hagas lo que esté en tu mano para no llegar a esa situación si no la deseas. Aun así, queremos recalcar la idea de que si la soledad es deseada, está todo bien.
Si hablamos de soledad no deseada y no sabes cómo manejarla, para aprender, lo primero que tienes que hacer es exponerte a ella. Puedes empezar poco a poco e ir observando tú mismo/a qué sensaciones tienes y cómo las vas sosteniendo. Te darás cuenta de que tienes diferentes estrategias de afrontamiento que no conocías, así como herramientas de regulación emocional y aprenderás a conocerte.
¿Y si sigo teniendo miedo a la soledad?
Con todo, puede que todo esto no funcione. Aunque debes darte un tiempo, hay ciertas raíces de este miedo que gestionarlos no son coser y cantar y que se va a necesitar terapia psicológica. Para ello, la exposición no es suficiente, sino terapias que ayuden a colocar a la persona sus esquemas internos como la terapia de aceptación y compromiso o la terapia EMDR. En Vervana Psicología contamos con profesionales expertos que te pueden ayudar.
Referencias bibliográficas
Lobos Rivera, M. E., Ramírez Catacho, J. C., Chacón Andrade, E. R., & Ventura Romero, J. M. (2024). Escala de Miedo a la Soledad: Primeras evidencias psicométricas en El Salvador. Veritas & Research, 6(1), 79-87.
Shapiro, F. (2010). EMDR: Desensibilización y reprocesamiento por medio de movimiento ocular. Editorial Pax México.
Ventura-León, J., Sánchez-Villena, A. R., Caycho-Rodríguez, T., Barboza-Palomino, M., & Rubio, A. (2020). Fear of loneliness: development and validation of a brief scale. Frontiers in psychology, 11, 583396.