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El autopermiso para el placer. Buscando el placer en cosas pequeñas.

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Ana Martín Gálvez
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Los seres humanos estamos tan desconectados del dolor como del placer auténtico. A veces confundimos lujuria, gozo, dicha, diversión o gula con placer, y es que, aunque los límites entre estos términos son difusos, no son lo mismo.  “Placer” viene del latín placere, que significa gustar o agradar, algo que parece que buscamos a toda costa en nuestro día a día. Entonces, ¿por qué digo que estamos desconectados del placer auténtico?

Volvamos al Ciclo de la Experiencia(1) que vimos en el post de «La paradoja del dolor». Cuando somos capaces de cerrar ese ciclo, justo después de la retirada, pueden aparecer dos fases posibles a modo de bonus track, llamadas Celebración o Duelo. Si hemos conseguido satisfacer nuestra necesidad, aparecerá la Celebración. Si no la hemos conseguido satisfacer, hay una pérdida, el Duelo. Darle espacio a estas dos fases es muy importante para poder cerrar esta Gestalt (una Gestalt es esta figura que forma el ciclo que revela si nuestro Asunto es cerrado o está pendiente). Son dos momentos donde elaboramos lo ocurrido.

¿Qué pasa si yo he conseguido algo que necesitaba y no lo celebro? Para empezar, que me perdería uno de los mejores placeres de la vida: la satisfacción y el gozo de haber conseguido aquello que necesitaba, en conexión conmigo misma y mi cuerpo. Pero además es que es en este espacio para la celebración donde se puede generar un mayor contacto con la autenticidad. Es como un momento de calma donde el organismo está satisfecho completamente, sólo en contacto con el aquí y ahora y su esencia. Me gusta cómo lo explica Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio(2):

«Hoy vivimos en unos tiempos sin fiestas, en una época sin festividad. ¿Qué es una fiesta? Ya la peculiaridad lingüística nos da una primera indicación de su carácter. Nosotros decimos: «celebramos una fiesta». La celebración viene asociada a una peculiar temporalidad de la fiesta. La palabra «celebración» cancela la noción de un objetivo al cual uno se dirige. Cuando celebramos, no hay que dirigirse primero a alguna parte para llegar ahí. En la fiesta se ha eliminado el tiempo como sucesión de momentos pasajeros y fugaces. Se celebra una fiesta igual que se recorre un espacio en el que ya se está.  la celebración, se opone al transcurso. En la celebración de la fiesta no transcurre nada. En ciertos sentido, el tiempo de la fiesta es imperecedero».

Y entonces, si es tan placentero, ¿por qué mi organismo hace que no siempre vaya a buscar esa sensación? Bueno, aquí podríamos entrar en un interesantísimo debate sobre cómo el patriarcado y el capitalismo nos manipulan para alejarnos de esta opción y seguir produciendo. Pero para no irnos a algo tan grande, abstracto y aparentemente intocable, vamos a ver qué podemos hacer cada una para recuperar este pedacito de placer legítimamente nuestro.

Reapropiándote de tus introyectos

Os voy a presentar a nuestros “colegas”, los introyectos. Un introyecto es la absorción de ideas, rasgos, juicios, actitudes… que, viniendo de fuera y sin pasar por el filtro personal de si estamos de acuerdo con ellos o no, los hacemos nuestros. La cuna de la creación de estos introyectos es precisamente nuestra propia cuna, es decir, nuestra familia. Esto se va ampliando, a medida que crecemos,  a nuestros iguales, nuestra comunidad, nuestra cultura… Todos esos mandatos que hemos oído y hecho “nuestros” son introyectos. Algunos ejemplos que hemos podido escuchar en nuestra infancia son: hay que comerse toda la comida del plato, no puedes mancharte la ropa, tienes que ser amable con los mayores, llorar es de débiles… Hay introyectos que incluso pueden habernos sido útiles en algún momento de nuestra vida: hay que respetar siempre las normas, para ser alguien tienes que estudiar, si te esfuerzas mucho lo conseguirás… pero, que no te engañen: si siguen siendo introyectos es que no son realmente nuestros. Un introyecto se puede transformar en creencia cuando, después de darnos cuenta de que estamos funcionando desde esa idea, la cuestionamos. Si después de desarrollar este pensamiento crítico valoramos desde nuestra adulta que queremos seguir con ella, pasará de ser Introyecto a Creencia. Y, si no estamos de acuerdo con seguir funcionando desde este pensamiento automático, ponemos conciencia para no repetir patrones y nos permitimos hacerlo diferente. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero es el único camino para reapropiarnos responsablemente de nuestra manera de funcionar.

¿Y qué tienen que ver los introyectos con el placer? Estoy segura de que ya te vas oliendo la relación… Imagínate cómo sería la vida de alguien que tuviera varios introyectos de esta lista:

  • Desconfía de los extraños, la gente es peligrosa.
  • El sexo es arriesgado.
  • Tienes que cuidar a las demás personas.
  • Las relaciones sentimentales son complicadas, no merecen la pena.
  • Sufrir por amor es normal (y súmale aquí todos los mitos del amor romántico).
  • Si no te desean, no vales.
  • Nunca puedes decir que no.
  • Siempre que recibas, estás en deuda.
  • Lo primero es el trabajo, después el placer.
  • Lo mas importante es la familia.
  • El placer de la otra persona es lo más importante en una relación sexual.
  • No puedes desear.
  • No te insinúes.
  • Que nadie hable de ti.
  • Lo más importante es agradar.
  • No importa lo que tú quieras, lo importante es ……… (termina tú la frase).

Vaya, con un par de estos ya nos es suficiente como para interrumpir varios ciclos de la experiencia sin enterarnos. Abajo, unos ejemplos de cómo nos hacemos la vida imposible:

  • Sonia tiene muchas ganas de aprender a bailar, salsa. Cuando llega a la academia para matricularse solo ve gente mucho más joven y atlética que ella y siente el juicio propio de un inyecto diciendo: «esto ya no es para tu edad, además no estás en forma, seguro que vas a hacer el ridículo».
  • Después de meses de trabajo Liu termina un proyecto importante quiere hacer un viaje para celebrarlo. En cuanto se pone con los preparativos empieza a rondarle un inyecto que dice: «no era tan importante, no pierdas tiempo en tonterías, que aún queda mucho trabajo por hacer».
  • Laura está en un barco con unos amigos y está teniendo feelings con una persona. Cuando empieza a imaginarse el proponerle algo más de intimidad aparece un introyecto susurrando desde el fondo de su cabeza: «vas a dejarte en evidencia, no puedes mostrarte tan disponible».

La peor consecuencia de estas situaciones es que, poco a poco, para evitar los sentimientos desagradables, acabamos alejándonos de aquello que en un principio nos daba placer: dejamos de interesarnos por el baile, por viajar, por conocer gente… Y acabamos por desconectarnos incluso de la propia sensación placentera. Es decir, a veces ni sabemos qué nos da placer.

 

Arremángate y disfruta

Por suerte, reconectar con una misma es casi como andar en bici y, como todas hemos nacido conectadas con nuestros cuerpos y ha sido la socialización la que nos ha hecho olvidar estas conexiones, es bastante sencillo volver a enchufar todos los cables. Os voy a dejar dos propuestas para hacer en solitario, que es la forma más fácil de quitarnos de encima la variable “HayOtraPersonaDelanteYLaTengoQueAgradar” o el también llamado sesgo de deseabilidad social.

 

Propuesta 1: Auto-placereado ciego

Para este trabajo vas a elegir cuatro o cinco objetos que te resulten llamativos por su textura. Yo he elegido estos, pero dale alas a tu creatividad:

  • Un retal de terciopelo, encaje, seda…
  • Una pluma, hoja, flor…
  • Una bola hecha de papel de plata.
  • Una caja llena de arena fina de playa.
  • Plastilina, arcilla…
  • Un japa mala de semillas rugosas (o cualquier colgante con textura chula)
  • Una naranja, una rama de canela…
  • Hielo
  • Aceites, cremas…

El placereado es una técnica usada normalmente en terapia de pareja para reconectar sobre todo a nivel sexual. Consiste en dar caricias por todo el cuerpo a la otra persona usando las manos, las uñas, el pelo, y el resto del cuerpo que normalmente no interviene, ya que solemos enfocarnos principalmente en los genitales, pecho, etc. A mí me gusta darle además el matiz de que la persona que va a recibir placer no es la persona que recibe las caricias o el masaje, sino la persona que lo da. La persona que da el “masaje” es la persona encargada de su propio placer y la pareja es el medio para ayudarla a conseguirlo. De esta manera las dos personas están involucradas en un acto común donde no está tan definido un rol pasivo y uno activo. Además se refuerza la importancia de que la parte que proporciona las caricias pueda estar a la vez consigo misma y con la otra, que es algo que se nos suele olvidar en la relaciones íntimas.

Aquí vamos a hacer la versión 2.0. Es el mismo trabajo en esencia, pero sin la connotación sexual (a priori, si durante el ejercicio quieres probar también, adelante). Lo que nos interesa es redescubrir qué nos gusta y quizá qué no, dentro del campo del erotismo.

Lo erótico tiene que ver con el mundo del deseo, la atracción, la imaginación, el placer sensible. Es una experiencia que puede ser corporal, emocional, estética o incluso espiritual. No siempre implica un acto sexual: puede estar en una mirada, una caricia, una fantasía, un gesto, una energía que se siente entre personas o con uno mismo. Es algo más amplio, más sutil, más conectado con el deseo y la vitalidad. También es más fácil acceder a través del mundo de los sentidos, lo que nos provoca placer a través de los sentidos.

Lo sexual, en cambio, hace referencia más específica a los actos relacionados con la sexualidad: el encuentro de los cuerpos, el contacto genital, las prácticas sexuales. Es más concreto, más asociado a la biología y a las prácticas físicas.

El ejercicio se lleva a cabo con los ojos cerrados. Si crees que no vas a aguantar, cúbrete los ojos con un pañuelo, antifaz… Ubícate en un lugar donde estés cómoda con los objetos alrededor, al alcance de tu mano. El sitio va a depender de si los ingredientes que has elegido son secos, húmedos, arenosos… Destápate partes del cuerpo dejando la piel al descubierto. No hace falta que te desnudes entera, pero cuanto mayor sea el área sin cubrir, más podrás explorar. Puedes empezar rozando tus yemas de los dedos o tus uñas por distintas partes de tu cuerpo y ver cómo reaccionas, qué siente tu piel con este contacto. Déjate llevar por las sensaciones intentando no poner mucha cabeza, sin juzgar. Es como un ejercicio de mindfulness donde la atención está puesta en las sensaciones corporales. Si te vas mucho al juicio puedes ayudarte de la respiración para volver al presente y a tu cuerpo. Ahora sólo tienes que estirar la mano e ir alcanzando los objetos uno a uno. Puedes usarlos de la misma forma, dejándote sorprender por las texturas y las formas, las temperaturas, las presiones que ejerzas sobre ellos… El objetivo es que bajes las expectativas y te conectes con todo lo que tu cuerpo tiene para decirte sobre tu propio placer. El placer de las cosas pequeñas.

 

Propuesta 2: Movimiento introspectivo

El Movimiento Auténtico es una práctica terapéutica que combina el movimiento corporal, las emociones y el proceso creativo. Normalmente se realiza en grupo y, si se hace de forma individual, se lleva a cabo en presencia de otra persona, que suele ser la terapeuta y se la llama Testigo. En esta ocasión vamos a transformar también la herramienta, usando los principios básicos para ponerla al servicio de nuestro placer, así que voy modificar las instrucciones.

Para la dinámica hará falta un espacio más o menos amplio despejado, de unos cuatro metros cuadrados es suficiente, y un equipo de música o unos cascos, lo que prefieras para sentirte más cómoda escuchando música. Si no puedes cerrar los ojos durante el ejercicio te recomiendo usar un antifaz, pañuelo o similar. Os dejaré unos enlaces al final del artículo a unas canciones que uso yo, pero son totalmente modificables a vuestro gusto. Eso sí, mejor si las canciones que elijáis no tienen letra y no os evocan ningún momento de vuestra vida concreto para que no os saquen del ejercicio.

Una vez todo preparado te colocas en un lado del espacio. Haces tres inhalaciones profundas exhalando con conciencia en tu respiración y le das al botón para que comience la reproducción. Cierras los ojos y das un paso o dos hasta colocarte en el centro de la zona despejada. El ejercicio consiste en escuchar qué movimientos necesita hacer tu cuerpo. Estos movimientos no son un baile, no es una danza al uso: pueden ser micro-movimientos de partes de nuestro cuerpo, estiramientos, caricias, desplazamientos, más suaves, mas bruscos, en el suelo, puede ser la misma quietud… El ejercicio tiene la finalidad de que contactes con qué necesita mover tu cuerpo y te lo permitas. Y disfrutes del goce de llevar a tu cuerpo justamente a donde necesita ir, respetándolo sin juzgar. No tiene que gustarte necesariamente la música, más bien es que puedas conectarte con aquello que te hace sentir y sostenerlo, es un vehículo. Y si viene una emoción, muévete con ella, desde ella, observando cómo es tu cuerpo en movimiento siendo esa emoción. Cuando acabe la canción continúa unos minutos más, en silencio, a ver cómo es el ritmo de tu cuerpo sin sonido, prestando atención a qué compás interno está llevando y dejando que sea tu cuerpo quien lleve el control.

Yo suelo hacer bastante este ejercicio en casa sola, es una genial manera de pasar un rato superagradable conmigo misma. 

Poder tomar conciencia de las sensaciones de placer nos ayuda a volver a nosotras mismas y a reapoderarnos de algo tan maravilloso y liberador.

 

Aquí os dejo un poco de música hecha por mujeres que me parece muy apropiada para este ejercicio:

Jane Birkin: She left home

https://www.youtube.com/watch?v=UPWU3oEKOkg

Zoë Keating: Optimist

https://www.youtube.com/watch?v=M4xVOhVX8T4

Agnes Obel: September Song

https://www.youtube.com/watch?v=wIhfU8Woci4

*Y si te animas con algo más cañero, esta canción es todo un viaje, :

Florence and The Machines: Dogs Days Are Over

https://www.youtube.com/watch?v=iWOyfLBYtuU

 

1 Si te has perdido de qué trata este ciclo, puedes consultarlo en el siguiente post:

https://anamgpsicologa.com/blog

2 Han, Byung-Chul, (2017), La sociedad del Cansancio, Barcelona, Herder Editorial.

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Ana Martín Gálvez

Soy psicóloga clínica y humanista, formada en terapia Gestalt, sistémica y corporal integrativa. Acompaño procesos de desarrollo personal y de autoconocimiento desde la adolescencia hasta la adultez, tanto a nivel individual como grupal. Mi trabajo se centra en acompañar a las personas a explorar y comprender sus emociones, mejorar sus relaciones (incluida la relación consigo […] Ver más

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