Hola, mi nombre es Alicia Manzano
y soy Terapeuta y Coach Emocional, experta en resolución de conflictos y facilitadora de Comunicación No Violenta (CNV).
Si hay algo que he aprendido en mi camino como terapeuta emocional, es que la manera en que nos comunicamos puede ser la diferencia entre un conflicto innecesario y una conversación genuina. Y aquí entra la Comunicación No Violenta (CNV) de Marshall Rosenberg, un enfoque que, sinceramente, me ha cambiado la vida.
Antes de conocer la CNV, yo también caía en la trampa de las discusiones sin salida, los malentendidos y, claro, las respuestas automáticas tipo «es que tú siempre…» o «deberías haber…«. Pero cuando descubrí esta forma de comunicarme, algo hizo clic.
Así que quiero contarte, de manera amena (y con ejemplos), cómo funciona esta magia del lenguaje.
¿Qué es la CNV?
La CNV es una forma de comunicarnos basada en la empatía, la autenticidad y la conexión. No significa «hablar bonito» ni «ser zen» todo el día, sino aprender a expresarnos sin atacar y a escuchar sin ponernos a la defensiva. En palabras simples, se trata de decir lo que sentimos y necesitamos sin culpa ni exigencias.
Este enfoque fue desarrollado por Marshall Rosenberg, un psicólogo y mediador estadounidense que buscaba transformar la manera en que nos relacionamos con los demás. Rosenberg se dio cuenta de que gran parte de la violencia, tanto interna como externa, viene de la forma en que nos comunicamos. Por eso, creó la CNV como una herramienta para fomentar la comprensión y la cooperación entre las personas.
Vivimos en una sociedad cada vez más individualista, donde las pantallas, las redes sociales y la comunicación digital han reemplazado en muchos casos la interacción cara a cara. Esto ha generado una disminución en nuestra capacidad de escucha y empatía, dando lugar a conflictos innecesarios y relaciones más frágiles.
La comunicación violenta y poco empática tiene graves consecuencias: genera malentendidos, distancia emocional, resentimiento y, en el peor de los casos, rompe relaciones que podrían haber sido armoniosas.
Aprender a comunicarnos desde la CNV no es solo una opción, sino una necesidad en este mundo hiperconectado pero emocionalmente distante.
La CNV se basa en cuatro componentes clave:
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Observación: Describir los hechos sin juzgar ni interpretar.
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Sentimientos: Expresar cómo nos hace sentir una situación en lugar de culpar al otro.
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Necesidades: Identificar las necesidades subyacentes que están en juego.
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Peticiones: Hacer solicitudes claras y viables en lugar de demandas.
Cuando aplicamos estos principios, evitamos reacciones impulsivas y en su lugar fomentamos el diálogo y la empatía. La CNV no solo ayuda en conflictos personales, sino que también se usa en educación, mediación de conflictos, terapia y hasta en negociaciones internacionales.
Ejemplos de aplicación de CNV.-
Te dejo tres situaciones donde la CNV hace maravillas.
1. Pelea de pareja por los platos sucios.-
Antes de la CNV: —¡Siempre dejas los platos sucios! Eres un desastre, nunca ayudas en casa.
Con CNV: —Cuando veo los platos en el fregadero, me siento abrumada porque me gusta tener la cocina limpia. ¿Podemos encontrar una forma de repartir mejor las tareas?
Pasamos del reproche a una petición clara y honesta.
2. El compañero de trabajo que llega tarde a la reunión.-
Antes de la CNV: —Siempre llegas tarde, no respetas el tiempo de los demás.
Con CNV: —Cuando llegas después de la hora acordada, me frustro porque valoro la puntualidad. ¿Hay algo que podamos hacer para que esto no pase tan seguido?
Mismo mensaje, diferente impacto.
3. Niños y berrinches.-
Antes de la CNV: —¡Deja de llorar por tonterías!
Con CNV: —Veo que estás muy molesto. ¿Necesitas un abrazo o prefieres estar solo un momento?
¡Magia pura! Validamos su emoción en lugar de minimizarla.
Mi experiencia con la CNV.-
Desde que aplico la CNV en mi vida y en mis consultas, he notado algo maravilloso: cuando hablo desde lo que siento y necesito, y escucho de la misma manera, las conversaciones se transforman. No digo que sea fácil, pero con práctica, se vuelve natural.
Por ejemplo, con mis hij@s, he aprendido a no reaccionar con «porque lo digo yo» cuando hay un berrinche. Hace poco, mi hij@ pequeñ@ no quería dejar de ver su serie favorita y se acercaba la hora de cenar.
Antes habría dicho: «Lo siento, pero vamos a apagarla pues vamos a cenar». En cambio, usé la CNV: «Veo que estás disfrutando tu serie favorita y entiendo que quieras seguir viéndola. Me preocupa que si cenas muy tarde te cueste dormir. ¿Te parece si acordamos un tiempo extra para terminar este capítulo y luego cenamos junt@s?».
Con mi pareja, un día llegó tarde sin avisar y mi primera reacción fue el enfado. Pero en vez de decir «¿Porque has llegado tan tarde?», probé con: «Cuando llegas tarde sin avisar, me siento ignorada porque para mí es importante saber cómo organizar la cena juntos. ¿Podemos encontrar una manera de mejorar esto?». La conversación fue mucho más fluida y llegamos a un acuerdo sin discutir.
Si quieres aprender a comunicarte de una manera más empática y efectiva, puedo ayudarte. Como terapeuta emocional experta en CNV, acompaño a personas que quieren mejorar sus relaciones y, sobre todo, su bienestar emocional.
Si te interesa, ¡hablemos!
¿Te animas a probar la CNV en tu próxima conversación?
Muchas gracias por leerme.
Alicia Manzano
www.aliciamanzano.com