Redescubrirse y aceptar la forma en que sientes.
¿Qué es la Alta Sensibilidad?
A partir de las investigaciones de la doctora Elaine Aron se descubre una particular manera de sentir en un 15 o 20 % de la población. En su libro «el Don del Alta Sensibilidad «, encontramos descrito un tipo de personalidad que incluso viene refrendado por datos científicos.
Las personas de alta sensibilidad (pas) tienen estos rasgos característicos comunes a todas ellas:
– viven las emociones de una forma mucho más intensa que el resto de la población.
– hay una gran tendencia a quedarse bloqueado, O al menos, a tener fácilmente una sobresaturación estimular.
– hay una gran empatía hacia las otras personas, si el mente nos podemos poner en el lugar de la otra persona y sentir como ella se encuentra.
-hay una gran profundidad de pensamiento, necesitamos llegar al fondo o a la filosofía de lo que nos ocurre cada día.
– encontramos una gran disposición para ayudar a los demás, muchas veces en exceso.
– hay una tendencia a culpabilizarse muy grande.
– gran capacidad para captar detalles, acciones, miradas que fácilmente pasan desapercibidas para la mayoría de la gente.
Estas características se pueden dar en mayor o menor medida en las personas de Alta Sensibilidad. En general es fácil detectarlas, puesto que hay una tendencia a la exageración en su vivencia de las emociones.
Dentro de las personas Pas, de Alta Sensibilidad, encontramos grupos o subgrupos según unas determinadas características.
Primero tendríamos que diferenciar las personas Pas introvertidas y las personas más extrovertidas.
Las introvertidos suelen tener una profundidad de pensamiento muy acentuada, así como una capacidad para sentirse culpables extraordinaria.
Todo este conflicto o lucha interior lo viven de forma interna, la mayoría de las veces no expresada, sobre todo si no ha realizado la persona un trabajo de crecimiento personal. La persona se queda como encerrada dentro de sus vivencias, con una cabeza que no para de darle razones y contra razones, que le cuesta o no puede parar y tiene grandes dificultades para manejar a su favor.
La persona de alta sensibilidad fácilmente llega con estas características a depresión, somatización, ansiedad, estrés, sensación de sufrimiento continuo y la percepción generalizada que siempre está dando y ofreciendo mucho más de lo que recibe tanto de su pareja, su familia o de la relaciones en general.
Por otro lado la persona de alta sensibilidad extrovertida fácilmente entra en conflictos con los demás puesto que reacciona de forma inmediata en una comunicación en ESPEJO, copiando la actitud de su interlocutor, pero con el agravante que a lo mejor el interlocutor se queda tan tranquilo después de la discusión y esta persona Pas se tiene que enfrentar a toda su situación de culpa, ya sea por las formas en que se ha expresado, ya sea por lo que ha dicho o ya sea por lo que no ha dicho.
Esta sensación de auto recriminación de lo que uno hace de una forma importante es característica común a todas las personas Pas.
También encontramos dos grandes grupos en las personas de alta sensibilidad correspondientes a personas empaticas y personas no empática.
Esta diferenciación es importante puesto que en ocasiones, una persona de alta sensibilidad no empática, puede parecer maníaca o puede parecer extraña en sus comportamientos.
La empatía otorga a las personas de Alta Sensibilidad la obligada precaución de no querer herir a la otra persona, de que sus palabras no afecten en negativo a su interlocutor, lo cual muchas veces se traduce en una falta de expresión adecuada (en ocasiones gana el silencio) a las circunstancias.
Hoy en día las personas de Alta Sensibilidad suelen tener una autoestima baja si no han tenido un proceso de crecimiento personal o una educación, por parte de sus padres, que haya tenido en cuenta su especial sensibilidad.
Para entender por qué se produce esta Alta Sensibilidad es necesario pensar que la capacidad de percepción, de integración de la realidad que nos rodea es mayor que en el resto de la población.
Aquí vemos que las personas de Alta Sensibilidad son (somos, que me incluyo 😉 superiores en cuanto al número de elementos que podemos percibir, por ejemplo al entrar simplemente en una habitación: podremos ser conscientes del olor, de las cortinas de la ventana, de algo que haya dejado alguien en el suelo, de la comunicación no verbal de nuestro interlocutor, de si el ambiente es adecuado en cuanto a la luz o el ruido que se oye… Innumerables características que ponen a la persona de alta sensibilidad fácilmente en una actitud receptiva/pasiva.
Debido al gran número de estímulos que va recibiendo la capacidad de respuesta disminuye puesto que son muchos los elementos a valorar y las prioridades a realizar.
Aparte de esta situación perceptiva excesiva, que puede dar una ventaja en cuanto al detallismo, suele devenir una desventaja en cuanto a la acción rápida, a la reacción que pueda ser necesaria.
También encontramos, en las personas Pas con gran empatía, una impulsiva, casi compulsiva necesidad de ayudar a los demás.
Esto ayuda a los demás supone un proceso fácil de despersonalización.
Esto quiere decir que la persona a base de sentir lo que sienten los demás y de atender sus necesidades, llega un momento, en especial en situaciones extremas, que dudan enormemente de sí mismas, de sus intenciones, de sus opiniones, de lo que quiere y de lo que no, de lo que realmente necesita o de lo que necesitan de ella los demás.
Fácilmente se deja influir por la opinión de las otras personas con las que de alguna manera, puede llegar a «fundirse».
Es necesario poder encontrar un equilibrio entre lo que uno percibe de los demás y su propia opinión y su propia posición ante las circunstancias, ser consciente de su voluntad en contraste a la voluntad de los demás.
En este sentido otra dificultad que nos encontramos es la constante evitación de situaciones tensas, conflictivas, agresivas, cuyo impacto en nuestro interior nos deja casi en estado de shock: la capacidad de reacción, en especial si es una persona introvertida, es enormemente baja. Los estudios que ha llevado a cabo la doctora Elaine Aron demuestran variaciones significativas en la estructura de los cerebros de las personas de alta sensibilidad. Más concretamente, la amígdala, centro nervioso cerebral que regula la agresividad, es significativamente menor en las personas de Alta Sensibilidad. Por tanto nos encontraríamos aquí ante una base biológica y medible que explicaría en cierta manera las reacciones típicas de este grupo de personas.
Ante la multitud de desventajas de ser persona Pas, situación de la que protesta airada mente mucha gente, «deseando no ser tan sensible «, nos encontramos ante innumerables ventajas que nos pueden ayudar a adaptarnos y conseguir los objetivos que la persona se marque.
En este sentido en general todas las personas Pas tenemos una gran capacidad camaleónica de adaptación.
Nos podemos adaptar a casi cualquier entorno, con casi cualquier tipo de persona, grupo o circunstancia que nos toque vivir.
En general las personas que no son Pas están encantadas con nosotros.
También somos excelentes «escuchadores«: de forma natural somos muy buenos en la escucha activa, en el saber ponernos en el lugar de nuestro interlocutor, realizar pausas, expresar nuestras sensaciones con respeto respecto a lo que nos dicen, hacer sentir cómodo a nuestro interlocutor. Otra cosa es cuando ese interlocutor se va y la persona no sabe manejar su sensibilidad y se siente realmente agotada al acabar la conversación. Como si nos hubieran dado un «chupetón energético«, quedándonos nosotros con las emociones negativas de la persona y nuestro amigo o nuestra amiga se va tan contento después de haber descargado sus sentimientos negativos. Esto es una situación muy típica de las personas pas.
Así como el hecho que nos vengan personas, incluso que no conocemos, a explicarnos historias sin que sepamos a ciencia cierta el porqué de tanta confianza súbita que surge espontánteamente.
Desde mi punto de vista más personal, las personas de Alta Sensibilidad somos como «bichitos raros» que necesitamos aprender para mostrar lo que podemos llegar a aportar al mundo, que creo que es mucho. a
Además, para poder entendernos a nosotros en un una carrera de crecimiento interior absolutamente obligada hoy en día en la sociedad en que vivimos.
Los miedos los vivimos con mayor intensidad, alegrías las vivimos con mayor intensidad. Por tanto, la capacidad de creer que estamos medio locos o locos por entero también es muy alta. Los Pas necesitamos aprender a relativizar lo que sentimos, canalizando nuestros impulsos y consiguiendo nuestros proyectos e intenciones partiendo de esa particular intención que nos caracteriza, ese sexto sentido que, cuando se pone en marcha, funciona perfectamente.
Todo ello nos conduce a la necesidad de poder expandir estos conocimientos a ese 15 o 20 % de la población que, al descubrirse así mismos como personas de Alta Sensibilidad, abren un nuevo y maravilloso universo donde aprender a navegar entre los extremos y ser capaces de poner en marcha nuestra capacidad de ayuda sin quedar agotados y cumpliendo con nuestro deseo altruísta sin poner en cuestión nuestra esencia sensible.
Joan Contreras