A lo largo del desarrollo de la psicología, se han explorado y utilizado diversos enfoques para evaluar e intervenir con individuos que buscan ayuda profesional. Uno de estos enfoques es la perspectiva sistémica, que da lugar a la práctica terapéutica conocida como terapia sistémica.
La terapia sistémica se enfoca en las relaciones y comunicación entre varias personas que interactúan entre sí, siendo este grupo de personas denominado sistema. Dentro de nuestra vida, nos encontramos inmersos en varios de estos sistemas, siendo la familia el más destacado, seguido de las amistades y el entorno laboral.
Cada familia es única, y dentro de la terapia sistémica se presta especial atención a las conexiones y relaciones, más que a las características individuales o conflictos específicos.
Adaptación y Equilibrio en la Terapia Sistémica
Este enfoque sostiene que el cambio en uno de los elementos del sistema afecta a todos los demás. Por ejemplo, si un hijo se va de casa, esto afecta a todos los miembros de la familia, sin importar la naturaleza de sus relaciones.
Los cambios se realizan para lograr una estabilidad o equilibrio en el sistema. Los elementos del sistema están en constante cambio para mantener dicho equilibrio. La forma del sistema se mantiene a medida que cambian los vínculos entre sus miembros. Por ejemplo, si una madre ajusta sus horarios de trabajo para equilibrar sus responsabilidades, aunque cambie la dinámica familiar, se mantiene la estabilidad.
Este concepto de regulación y organización del sistema es fundamental en la terapia familiar sistémica. Ningún hecho o comportamiento ocurre de forma aislada, sino que cada uno está conectado con otros en un ciclo continuo.
Análisis de la Conducta en la Terapia Sistémica
En lugar de buscar la causa de la conducta, en la terapia sistémica se busca comprender cómo esa conducta opera dentro del sistema considerando todos los elementos involucrados. Por ejemplo, si un padre y una hija acuden por las rabietas de esta última, en lugar de centrarse en la falta de atención del padre, se exploraría el conflicto entre los padres y su impacto en la hija.
Se considera que nadie tiene un control unilateral sobre los demás. El control radica en la forma en que se organiza y funciona el sistema en su conjunto.
Razones para comenzar una terapia con enfoque sistémico
Aunque el sistema suele mantener un equilibrio, a veces surge un síntoma que la familia o la sociedad no pueden aceptar. Cuando este síntoma causa tensión, la familia busca ayuda profesional.
Los síntomas pueden ser desencadenados por cambios en sistemas más amplios, como los sociales o culturales, como una posible discriminación por su orientación sexual, o por eventos dentro de la familia, como un divorcio inesperado.
Además de su aplicación en familias y parejas, la terapia sistémica también se puede aplicar a individuos, teniendo en cuenta los diversos sistemas que componen su contexto.
En conclusión, los fundamentos del enfoque sistémico se pueden aplicar en cada situación que vemos en terapia ya que, las personas siempre pertenecemos a diferentes sistemas y éstos nos influyen en cada situación vivida. Por ejemplo, no es lo mismo nacer en España que en Japón, y no es lo mismo criarte en una familia con mucha independencia entre sus miembros que crecer con una familia “muy piña”.
Te invito a comenzar tu proceso desde este enfoque, no te quedarás en la superficie, sino que entenderás para qué apareció ese síntoma que ahora te está incapacitando.