El estudio de las interacciones entre el sistema inmunitario y la conducta, mediada por el sistema nervioso, se llama Psiconeuroinmunología.
La respuesta de estrés puede afectar a las funciones del sistema inmunitario, el cual nos protege de virus, bacterias, hongos y otros parásitos.
El sistema inmunitario
El sistema inmune deriva de los leucocitos que se forman en la médula ósea y en la glándula timo. Algunas de estas células viajan por la sangre o el sistema linfático, otras residen en su lugar. Así, se dan dos tipos de respuestas inmunitarias que se exponen a continuación de manera muy simplificada:
Inmunidad química: implica anticuerpos. Los microorganismos infecciosos tienen en su superficie proteínas llamadas antígenos. Mediante la exposición a los microorganismos, el sistema inmune aprende a reconocer estas proteínas y, como resultado de tal exposición, se desarrollan células especiales que generan anticuerpos específicos para destruir los microorganismos invasores.
Un tipo de anticuerpos es liberado a circulación por los lifocitos B (generados en la médula ósea), llamados inmunoglobulinas. Cada tipo de inmunoglobulina (hay cinco diferentes) es idéntico excepto en un extremo, el cual tiene un receptor excepcional. Un receptor determinado se une con un antígeno determinado.
Inmunidad celular: producita por linfocitos T, generados originalmente en la glándula timo. También producen anticuerpos, pero estos permanecen unidos a la superficie externa de su membrana. Los linfocitos T nos defienden frente a hongos, virus y parásitos multicelulares.
Control neural del sistema inmunitario
La respuesta de estrés puede aumentar la probabilidad de padecen enfermedades infecciosas. Esto es debido, en parte, a que el estrés eleva la secreción de glucocorticoides, deprimiendo directamente la actividad del sistema inmune.
La existencia de una relación directa entre estrés y sistema inmune fue demostrada por Kiecolt- Glaser y cols. (1987). Descubrieron que los cuidadores de familiares con enfermedad de Alzheimer, sometidos a niveles elevados de estrés, demostraban tener sistemas inmunitarios más vulnerables, estimado mediante la medida de anticuerpos que producen en la respuesta a la vacunación. Así, mostraban niveles más bajos de anticuerpos IgG tras administrarse una vacuna antineumocócica.
El duelo o ser cuidadores/familiares de personas afectadas por cáncer genera del mismo modo una respuesta inmunitaria menor. Incluso cuando sujetos sanos se imaginan a sí mismos reviviendo experiencias emocionales desagradables, la respuesta inmunitaria en sangre está disminuida (Knapp y cols., 1992).
Esperamos que os haya gustado,
Psicología Fonseca y Figar.