Hola,
hoy os voy a hablar sobre Julia, una madre de 50 años, maravillosa persona y con mucho que aportar a la vida. Os hablare de cómo vive Julia su vida y sus relaciones con los demás y cómo le afectan a ella.
Puedes que te sientas identificad@ en algún momento. Si es así, ¿Qué vas a hacer?
Imagina por un momento que eres Julia. Sí, esa mujer de cincuenta años que equilibra como una acróbata en la cuerda floja entre ser madre de tres hijos, esposa dedicada y una trabajadora incansable que ofrece su hombro y su oído a quienes buscan consuelo.
Cada día, se encuentra inmersa en un mundo de emociones turbulentas, donde las palabras de otros se convierten en sus herramientas para construir puentes sobre aguas turbulentas. Escucha, comprende, aconseja. Su vida gira en torno a la escucha, a ofrecer ese apoyo tan necesario para mantener a flote los barcos naufragados de quienes la rodean. Julia se dedica a trabajar ayudando a otras personas a construir bienestar y felicidad.
Pero, ¿ qué pasa cuando el eco de su propia voz se pierde en el vacío? Cuando sus palabras se desvanecen en el aire sin ser escuchadas, cuando sus lágrimas caen en silencio y nadie parece notarlas.
Su pareja, sumida en sus propias preocupaciones, apenas la mira a los ojos. Sus hijos, absortos en sus mundos adolescentes, apenas notan su fatiga. Julia se siente sola, rodeada de las personas a las que ama.
Se siente invisible en su propio hogar, una sombra que se desvanece lentamente en el fondo de la escena. Las noches se vuelven solitarias, los días se funden en una masa borrosa de responsabilidades sin fin. Y se pregunta, ¿ dónde quedó mi voz en todo esto? ¿Dónde está mi espacio para ser escuchada, comprendida, amada?
Sin embargo, el amanecer no siempre trae consigo la promesa de un nuevo comienzo. Una mañana, Julia se despierta en una habitación llena de sonidos, pero ninguno parece alcanzar sus oídos. El suave murmullo de la brisa matutina se pierde en el tumulto de pensamientos que la abruman. Se gira hacia su esposo en busca de consuelo, pero sus palabras están ausentes, ahogadas por el ruido de su propia mente ocupada.
Intenta hablar con él, compartir sus preocupaciones y sus miedos, pero sus palabras se pierden en el abismo de su distracción. Se siente como una isla solitaria en medio de un océano de silencio, anhelando el eco reconfortante de una voz que la escuche, que la entienda.
Y entonces, en un momento de claridad dolorosa, Julia se da cuenta de que esta falta de escucha va más allá de su esposo. Se filtra en cada rincón de su vida, en cada conversación superficial con sus hijos, en cada interacción fugaz con sus amigos. Se encuentra anhelando desesperadamente una conexión auténtica, un espacio donde sus palabras sean más que meros sonidos en el viento.
Y entonces, en un momento de claridad dolorosa, Julia se encuentra de pie al borde de su cama, mirando fijamente al reflejo que la devuelve el espejo de su habitación. Es como si estuviera viendo a través de su propia imagen, más allá de los rasgos familiares de su rostro, hacia la esencia misma de quién es.
Un susurro apenas audible escapa de sus labios, pero lleva consigo la fuerza de una declaración de guerra interna. «Es hora», murmura para sí misma, su voz temblorosa pero llena de determinación. «Es hora de reclamar mi voz, mi espacio en este mundo que a menudo parece ensordecer mis susurros más profundos.»
Con cada palabra pronunciada, Julia siente una chispa encenderse dentro de ella, una llama de autoafirmación que arde más brillante con cada respiración. Se promete a sí misma que ya no permitirá que su voz se ahogue en el silencio, que ya no se perderá en el eco de las palabras no dichas.
Y así, con el eco de su propio mantra resonando en su corazón, Julia se prepara para enfrentar los desafíos que se interponen en su camino con una nueva determinación. Porque ahora sabe que, incluso en medio del caos ensordecedor, su voz tiene el poder de romper el silencio y reclamar su lugar en el mundo.
Se levanta con determinación, decidida a reclamar su voz y su espacio en este mundo ruidoso y caótico. Así que ahora te invito, querido lector, a reflexionar sobre tus propias experiencias.
¿Te has sentido alguna vez como Julia, atrapada en un mar de silencio y desconexión?
Recuerda que la verdadera magia de la escucha reside en la capacidad de sentirnos verdaderamente comprendid@s y validad@s, tanto por otros como por nosotros mismos. Es hora de despertar, de escucharte a ti mism@ y de encontrar el coraje para reclamar tu voz en un mundo que a menudo parece ensordecer nuestros susurros más profundos.
Alicia Manzano
Terapeuta y Coach emocional.
Experta en Gestión de Conflictos.
Comunicación No Violenta.
www.aliciamanzano.com
Hello,
Today I’m going to talk about Julia, a 50-year-old mother, a wonderful person with a lot to offer in life. I will tell you about how Julia lives her life and her relationships with others and how they affect her.
You might feel identified at some point. If so, what are you going to do?
Imagine for a moment that you are Julia. Yes, that woman who is fifty years old and balances like an acrobat on a tightrope between being a mother of three children, a devoted wife, and a tireless worker who offers her shoulder and ear to those seeking comfort.
Every day, she finds herself immersed in a world of turbulent emotions, where the words of others become her tools to build bridges over turbulent waters. She listens, understands, advises. Her life revolves around listening, offering that much-needed support to keep the ships of those around her afloat. Julia dedicates herself to working helping other people to build well-being and happiness.
But what happens when the echo of her own voice is lost in the void? When her words fade into the air without being heard, when her tears fall silently and no one seems to notice.
Her partner, immersed in his own concerns, barely looks her in the eye. Her children, absorbed in their teenage worlds, barely notice her fatigue. Julia feels lonely, surrounded by the people she loves.
She feels invisible in her own home, a shadow slowly fading into the background. The nights become lonely, the days blend into a blurry mass of endless responsibilities. And she wonders, where did my voice go in all of this? Where is my space to be heard, understood, loved?
However, dawn does not always bring the promise of a new beginning. One morning, Julia wakes up in a room full of sounds, but none seem to reach her ears. The gentle murmur of the morning breeze is lost in the tumult of thoughts overwhelming her. She turns to her husband for comfort, but his words are absent, drowned out by the noise of his own occupied mind.
She tries to talk to him, to share her concerns and fears, but her words are lost in the abyss of his distraction. She feels like a lonely island in the middle of an ocean of silence, longing for the comforting echo of a voice that listens to her, that understands her.
And then, in a moment of painful clarity, Julia finds herself standing at the edge of her bed, staring fixedly at the reflection returned by the mirror in her room. It’s as if she’s seeing through her own image, beyond the familiar features of her face, to the very essence of who she is.
A barely audible whisper escapes her lips, but it carries with it the strength of an internal declaration of war. «It’s time,» she murmurs to herself, her voice trembling but full of determination. «It’s time to reclaim my voice, my space in this world that often seems to deafen my deepest whispers.»
With each word spoken, Julia feels a spark ignite within her, a flame of self-affirmation that burns brighter with each breath. She promises herself that she will no longer allow her voice to drown in silence, that she will no longer be lost in the echo of unspoken words.
And so, with the echo of her own mantra resonating in her heart, Julia prepares to face the challenges that lie ahead with a newfound determination. Because now she knows that even in the midst of deafening chaos, her voice has the power to break the silence and reclaim her place in the world.
She rises with determination, determined to reclaim her voice and her space in this noisy and chaotic world. So now I invite you, dear reader, to reflect on your own experiences.
Have you ever felt like Julia, trapped in a sea of silence and disconnection?
Remember that the true magic of listening lies in the ability to truly feel understood and validated, both by others and by ourselves. It’s time to wake up, to listen to yourself, and to find the courage to reclaim your voice in a world that often seems to deafen our deepest whispers.
Alicia Manzano
Therapist and Emotional Coach.
Expert in Conflict Management.
Nonviolent Communication.